Desde que hace unos años nuestra querida amiga Stella regresó a su país natal, Venezuela, nos hemos mantenido en contacto, como células o partículas hermanas, compartiendo nuestras visiones, esperanzas y esfuerzos. Ella nos ayudó a comprender el proceso que estaba viviendo su país. Pudimos darnos cuenta de hasta qué punto, y de forma imperceptible, habíamos caído en la trampa de “creer” que sabíamos lo que ocurría en su país, en base a las noticias que nuestros “informativos televisivos” emitían.
En cierta manera, existía una predisposición en contra de aceptar que nada bueno pudiera proceder de un ex-militar convertido en político. Por eso, y a pesar de la confianza en la honestidad de nuestra amiga, estuvimos meses examinando a fondo la nueva constitución de Venezuela, las nuevas leyes, las entrevistas y reportajes (completos, no los retazos extraídos fuera de contexto con que los telediarios aliñaban su programación) efectuados a Hugo Chávez. Y todo el programa político que había puesto en marcha en su país quedó expuesto, sin trampa ni cartón.
Al mismo tiempo que nuestras anteriores creencias y opiniones se desmoronaban ante los hechos, empezamos a respetar y admirar la integridad, la honestidad y el valor con que aquel ex-militar reconvertido a político estaba llevando a cabo la recuperación de un país enormemente rico, sumido en la pobreza por décadas de gobiernos corruptos y vendidos al poder.
El asedio a que ese país tan hermoso está sometido forma parte de las nuevas guerras de presión económica, de recursos, y de ejércitos mercenarios de supuesta “liberación”, disfrazados de oposición al gobierno legalmente constituido.
Venezuela no es más que otro de los muchos bastiones que se erguían frente a la uniformización de un gobierno mundial, controlado por el conglomerado militar-industrial-financiero, que bajo el disfraz de la piel de cordero de la “democracia” impone su neo-colonización a nivel mundial.
¿Seremos capaces de darnos cuenta de ello, y despertar de nuestro ‘sueño’ antes de que sea demasiado tarde?
El objetivo final de la estrategia, a escala planetaria, es derrotar en el terreno de las ideas las alternativas a nuestro dominio, mediante el deslumbramiento y la persuasión, la manipulación del inconsciente, la usurpación del imaginario colectivo, y la recolonización de las utopías redentoras y libertarias, para lograr un producto paradójico e inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la lógica de sus verdugos.
Allen Dulles, miembro fundador de la CIA, y su director durante 8 años (1953-1961).
Esta es la última carta que hemos recibido de Stella. Con su permiso, os la queremos compartir a todos.
Equipo de Ser y Actuar