SyA – 27 marzo 2020
La medicina convencional, a pesar de ser un sistema que sólo trata los síntomas de la enfermedad (no la causa), y que ocasiona entre 3 y 6.000 muertes semanales que pueden atribuirse a iatrogenia [1], sigue siendo muy popular. ¿Por qué? Porque está basada en dogmas ‘religiosos’, no en ciencia.
De forma casi imperceptible, la medicina ha asumido un papel salvador o mesiánico. Si miramos hacia atrás en la historia, podría decirse que la medicina está mostrando atributos llevados a cabo en nombre de la salud pública y del bien común que antaño caracterizaron a la iglesia católica de Roma, y con la misma motivación de “salvar” a la humanidad.
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Autocracia
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Centralización
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Control y manipulación de las personas
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Censura
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Propaganda
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Obediencia total
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Infalibilidad
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Destrucción de los herejes
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Represión de la individualidad
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Otro motivo de la popularidad de la medicina oficial moderna es que funciona instantáneamente: ¡tomas una pastilla y se va el dolor! ¿Qué hay más fantástico que eso?
Existe una historia que ha sido borrada de nuestros libros de medicina, la historia de los descubrimientos perdidos. Nuestras comunidades médicas y científicas están sometidas a los especuladores, y entre todos han hecho desaparecer de nuestra historia una enorme -e importante- porción de hechos científicos. Y por una buena razón, ya que si se dieran a conocer esos descubrimientos, todo lo que sabemos sobre medicina se vendría abajo.
Nuestro objetivo es exponeros toda la investigación científica objetiva, que ha sido ignorada, ocultada, y abandonada por todos aquellos que se lucran de que estemos enfermos.
La Teoría Microbiana
El nombre de Louis Pasteur nos es familiar a todos. Es considerado el ‘padre’ de la Teoría Microbiana en medicina, y fue quien inventó el proceso de pasteurización. A pesar de que de hecho, la teoría microbiana es por lo menos un centenar de años posterior a Pasteur, son sus experimentos los que supuestamente “demostraron” esta teoría, estableciéndole a él como piedra angular de la Historia de la Medicina Moderna.
Qué mal que gran parte de su trabajo fuera un plagio, y además totalmente no científico. Lo que la mayoría de nosotros ignoramos sobre Pasteur es que a lo largo de toda su carrera, a menudo puso en duda sus propios postulados. Se ha divulgado que en su lecho de muerte llegó incluso a retractarse diciendo que la teoría microbiana era errónea: “Es el terreno, no el germen”.
Pero, ¿hemos prestado oído a esas palabras? No. ¿Acaso estaba hablando del sistema inmunitario? Si tenemos un sistema inmunitario fuerte, el germen no tiene nada que hacer, ¿verdad? Pues no, no estaba hablando del sistema inmunitario.
Tal como apunta el Dr. Young en su libro Sick and Tired, la función del sistema inmunitario de luchar contra los gérmenes es un trabajo secundario. Si tu sistema inmunitario está peleándose con los microbios, estás conduciendo “con la rueda de repuesto” dice este médico.
El terreno
El nombre de Antoine Béchamp no figura en la historia de la medicina. Tanto él como su trabajo han sido borrados. Cuando murió, su historial profesional fue publicado en un periódico. Ocupó siete páginas. Algunas de las cosas que se atribuyen a Pasteur en realidad fueron logradas por Béchamp.
A pesar de que Béchamp era un científico, su trabajo resulta de fácil lectura. Los científicos todavía no habían desarrollado su jerga latino/griega que dejan a la persona media como espectador al margen.
Lo primero que leí fue sobre un estudio con gatos. Un grupo fue alimentado con comidas cocinadas y el otro con comida cruda. Los de la comida cruda mostraron un estado mucho más saludable que el grupo alimentado con comidas cocinadas. En su tercera generación, los gatitos alimentados con comida procesada no llegaron a la etapa adulta. (¿Sorprende pues que la dieta para el cáncer se base en un 70 % de alimentos crudos?)
Antoine Béchamp se mostró crítico con Pasteur, y Pasteur le detestaba, principalmente porque Béchamp no hacía más que encontrarle pegas al trabajo de Pasteur. Por ejemplo, los experimentos de Pasteur “demostrando” su teoría de los gérmenes eran de todo menos científicos. Según Béchamp, Pasteur habría inyectado a animales sanos con la sangre de animales enfermos, lo que hizo que los animales sanos enfermaran.
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Lo primero a señalar, ¿es así como nosotros ‘pillamos’ los microbios? Es decir, si para pillar un resfriado tienen que darme una inyección, no voy a dejar que me la den.
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Lo segundo es que existen demasiadas variables en una jeringuilla llena de sangre de un animal enfermo para que “demuestre” que son los microbios de la sangre los que hacen que el animal del experimento se ponga enfermo. Béchamp hizo la observación evidente de que lo que hacía Pasteur era envenenar la sangre del animal con el que experimentaba.
Cuando en su lecho de muerte Pasteur admitió que Claude Bernard tenía razón, y que él, Pasteur, estaba equivocado, no llegó en ningún momento a mencionar a su archi-enemigo Béchamp.
Claude Bernard, un fisiólogo, es hoy en día considerado el padre de la medicina experimental. En la actualidad, sin embargo sus mayores logros han sido totalmente ignorados. Pondré un ejemplo de las afirmaciones que hizo.
Hallándose rodeado por un grupo de médicos y científicos, Claude Bernard declaró: “El terreno lo es todo, el germen no es nada”, y acto seguido se bebió un vaso de agua lleno con la bacteria productora del cólera. Pocos pueden igualar a Claude Bernard en la historia de la medicina, no hay muchos científicos dispuestos a arriesgar voluntariamente sus carreras y/o sus vidas, por una teoría.
Los gérmenes no son los causantes de la enfermedad
Si pudiera vivir de nuevo mi vida, la dedicaría a demostrar que los gérmenes buscan su hábitat natural: el tejido enfermo. Ellos no son la causa del tejido enfermo, de igual manera que los mosquitos buscan el agua estancada, pero no son los que ocasionan que el agua del charco se estanque.
Rudolph Virchow (padre de la patología)
¿Comprendéis la importancia de esta cita?
Cuando la leí por primera vez fue como si me golpeasen con un ladrillo. Siempre he sabido que el terreno era la clave, pero siempre había pensado en el terreno como si éste fuese el sistema inmunitario. No se me había ocurrido que un terreno adecuado fuese suficiente para gozar de una salud perfecta. Ni me había parado a pensar que el sistema inmunitario era simplemente un ‘sistema de respaldo’, que pasaba a la acción cuando el terreno se desequilibraba.
Por tanto, lo que realmente Béchamp le estaba diciendo a Pasteur era que sus experimentos no demostraban nada, porque él envenenaba el ‘terreno’ de los animales experimentales, permitiendo entonces que los microbios atacasen los tejidos que habían enfermado debido al envenenamiento.
Antes de seguir, hagamos el siguiente…
Experimento
Hagamos un experimento visual. Tomemos un plátano y coloquémoslo cerca de un trozo de queso. El trozo de queso lo ponemos debajo de una campana de cristal para evitar que se seque demasiado rápidamente. Observemos durante algunos días lo que va ocurriendo.
¿Qué pensáis que va a pasar?
El plátano empezará a ponerse negro, y el queso empezará a criar moho. Se echan a perder, se deterioran.
Si cortas una porción de queso verás que por dentro no tiene moho. Si abres y cortas el plátano verás que se ha malogrado por dentro, e incluso si lo hueles verás que huele un poco a alcohol. Está fermentando.
Algo que quizá sólo algunos de vosotros sepáis es que el moho del queso se forma desde la capa externa, en tanto que el plátano se descompone de dentro hacia afuera. El plátano estaba vivo. El queso no. Cualquier cosa viva viene equipada con su propio servicio de limpieza y mantenimiento, que se pone en funcionamiento cuando el elemento muere. Está programado para ‘despejar’ los desperdicios que se producen cuando un cuerpo muere.
Es importante que conozcamos este concepto, y lo mantengamos siempre en nuestra memoria.
La importancia del terreno
Antoine Béchamp empezó a describirlo hace ya doscientos años, pero fue Claude Bernard quien finalmente lo acabó definiendo como constituido por dos factores internos:
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La alcalinidad
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La carga eléctrica negativa.
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Ello depende de una nutrición adecuada, y de mantenernos limpios de toxinas, teniendo en cuenta que tanto la nutrición que requerimos para nuestro correcto equilibrio, como la limpieza de tóxicos interiores incluye no sólo los elementos ambientales y alimentarios, sino también los factores mentales y emocionales.
Podemos cumplir a rajatabla el manual de la buena alimentación para mantener nuestro cuerpo alcalino, pero si descuidamos los temas emocionales, podemos seguir estando ácidos ya que existe una conexión mente-cuerpo, con la que podemos también estar afectados por una toxicidad emocional.
Vivimos en una sociedad tóxica, empezando por el aire que solemos respirar y las aguas “potabilizadas” conteniendo cloro. Y además hemos de añadirle la forma como nosotros mismos nos auto-intoxicamos con:
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Cosméticos, detergentes, alcohol, humo, refrescos, café, azúcares refinados, proteínas animales, la forma en que cocinamos nuestras comidas (por ejemplo, el microondas), y cada nuevo fármaco que nuestro médico nos receta …
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La sobrecarga de noticias de desastres y muertes que nuestras televisiones nos sirven en abundancia, y que nos tragamos sin rechistar.
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Las propias dificultades de vivir en una sociedad dominada por el afán de lucro y de estatus, que se pasa por el forro el bien común.
La cuadrilla de limpieza interior
Antoine Béchamp teorizó que había una partícula vital en nosotros, el elemento más diminuto del planeta, a la que denominó microzima. Los científicos anteriores a Béchamp habían ya descubierto a esas pequeñas “granulaciones moleculares”, pero no tenían ni idea de lo que podían ser.
Gaston Naessens descubrió los somátides. ¿Son la misma cosa?. Es probable, y es lo que muchos piensan.
Un punto en el que la medicina moderna está totalmente fuera de onda es en los análisis estándar de sangre. Sacan sangre, la tiñen, la congelan, y ―una vez desnaturalizada― la examinan. La sangre no es un líquido inerte, está viva, es un tejido móvil (Béchamp fue quien primero la describió así). Los elementos que están en nuestra sangre están vivos. Pero con el sistema de observación que se utiliza, es difícil, por no decir que imposible, que los investigadores lleguen a darse cuenta.
Los nuevos y potentes microscopios de campo oscuro permiten a los médicos y científicos visionar los tejidos vivos, y observar como algo parecido a una bacteria puede convertirse en una levadura, que se convierte en un hongo, que luego se convierte en moho[2]. Los microzimas forman parte de la cuadrilla de limpieza que vive en nuestro interior, pero a la ciencia médica puede costarle más de un siglo llegar a reconocer ese hecho.
Un poco de química
El agua es una molécula de oxígeno enlazada a dos moléculas de hidrógeno.
Si rompemos la molécula del agua, tenemos un hidrógeno por un lado y un hidrógeno y un oxígeno por el otro.
H+ OH–
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El hidrógeno solitario es ácido, y tiene carga positiva.
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El hidroxilo (OH) es alcalino, con carga negativa.
Cuando se unen para formar la molécula de agua, no hay carga, la molécula es neutra.
Un pH de 2 es sumamente ácido. Un pH de 11 es muy alcalino.
Esos datos que a veces nos confunden son sólo números. Las letras “pH” significan Potencial de Hidrógeno, ¿sabéis por qué?, porque cuantos más hidrógenos solitarios hay en una solución, más ácida es esa solución. Y cuanto más oxígeno tiene, más alcalina es.
Alcalinidad significa OXÍGENO. Necesitamos oxígeno para sobrevivir, para mantener un entorno alcalino. Para nosotros, la vida es oxígeno y el oxígeno es vida.
Es importante que recordemos que ‘ácido’ significa carente de oxígeno.
Se dice que las bacterias, levaduras, virus, etc. tienen una existencia anaeróbica. Significa que sobreviven sin oxígeno, metabolizan sin oxígeno, a través de la fermentación. La fermentación produce alcohol, como uno de sus productos residuales, así como muchos otros residuos conocidos como micotoxinas (que ayudan a corromper todavía más el terreno). ¿Recordáis el ejemplo del plátano, y cómo olía?
Volvamos a la cuadrilla de limpieza con la que todos hemos nacido, y que vive en nuestro interior.
Cuando nos volvemos ácidos (cuando perdemos nuestro oxígeno y nuestra carga negativa), nuestros sistemas inmunitarios empiezan a funcionar a toda máquina, intentando devolvernos al orden y al equilibrio.
Síntomas de una acidosis
Si el primer paso de un proceso de enfermedad se da cuando nuestro terreno alcalino se acidifica, entonces es que la acidosis en el primer desequilibrio que se produce en el cuerpo humano.
¿Por qué nuestra comunidad médica no hace, como primera prueba, una para ver nuestra acidez interior? ¿No será que es porque hacer pruebas de algo cuya solución no está ni en los fármacos ni en la cirugía, no da beneficios?
Los síntomas de los tres estadios de la acidosis son:
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Primer estadio. En esta primera etapa los síntomas son tan generalizados que muchas personas simplemente toman un analgésico o cualquier otro fármaco sin receta para enmascarar esos síntomas: dolor de cabeza, alergia alimentaria, acné, ataques de pánico, falta de energía, inapetencia sexual, manos y pies fríos, nerviosismo, insomnio, dificultad para levantarse por la mañana, sinus congestionados, y una predisposición a manifestar fácilmente los síntomas de un resfriado o gripe.
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Segundo estadio. Esta segunda etapa nos lleva al médico, pero todavía hay algunos que se automedican: herpes labial, urticaria, depresión, migrañas, asma, infecciones del tracto urinario, infecciones por levaduras, hinchazón, colitis, sensaciones de hormigueo, pérdida de cabello, osteoartritis y ateroesclerosis. Si tienes hongos en las uñas de los dedos de los pies, toma nota de que esta infección de hongos abarca mucho más que sólo tus uñas de los dedos. Está esparcida por todo tu cuerpo, y ningún fármaco acabará con ella, tan sólo hará desaparecer los síntomas durante un tiempo.
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Tercer estadio. La fase final de la acidosis son las enfermedades crónicas y debilitantes: la enfermedad de Crohn, la esclerosis múltiple, leucemia, cánceres, enfermedad de Hodgkin, esquizofrenia, lupus, artritis reumatoide, tuberculosis, etc.
Otto Warburg (Premio Nobel por su descripción de cómo metaboliza un cáncer), encontró que las células que antes se esforzaban por el oxígeno, de repente se volvían anaeróbicas. Si fuéramos una célula, y de repente nos viéramos privados de oxígeno (debido a la excesiva acidez de nuestro entorno celular), ¿cómo sobreviviríamos? ¿Acaso cambiando nuestro sistema de metabolismo por uno que no requiriera oxígeno?
Sistema inmunitario
Nuestro sistema inmunitario es, ante todo, una cuadrilla de limpieza, y un malabarista en la cuerda floja, enfocando únicamente el equilibrio. Su primer trabajo es limpiar los billones de células muertas que producimos diariamente. Dado que en tan solo siete años, todo nuestro cuerpo ha sido reemplazado con nuevas células, éste es el primer y más importante trabajo del sistema inmunitario.
Cuando entramos en desequilibrio, entonces nuestro malabarista en la cuerda floja intenta ‘reequilibrar’ el sistema. Ése es su trabajo secundario. Sin embargo, si realmente derivamos hacia un enfermedad, o debemos defendernos de invasores exteriores, entonces este sistema inmunitario sobrecargado tiene que intentar desembarazarse de ellos. Éste es su trabajo de respaldo. Cuando sucede eso, es cuando nos encontramos conduciendo nuestro vehículo corporal con la pequeña ‘rueda de recambio’ para rodar.
La Candida es una levadura que forma parte de la cuadrilla de limpieza. Cuando esta levadura se convierte en hongo, y puede empezar a propagar por todo el cuerpo sus micelias que ocupan nuevos órganos. La cuadrilla de limpieza produce residuos llamados micotoxinas [3]. Uno de estos residuos es el ácido úrico, otro es el alcohol, y otra es la aflatoxina. Cuando empezamos en sentirnos enfermos, nuestros tejidos ya están enfermos.
¿Pueden los fármacos ‘sanar’ un terreno descompensado?
Toxemia celular
A principios del siglo XX, el Dr. Carl Edward Rosenow de los Laboratorios Biológicos Mayo, inició una serie de experimentos en los que tomó distintas cepas bacterianas de una variedad de enfermedades distintas, y las colocó en un medio de cultivo uniforme. Con el tiempo, las distintas cepas fueron cambiando, convirtiéndose en una única clase uniforme. Fue modificando los cultivos reiteradamente, modificando individualmente las cepas bacterianas, convirtiéndolas en inofensivas o en ‘patógenas’, y revirtiendo el proceso. Acabó concluyendo que el factor crítico que controlaba la naturaleza de las bacterias era el alimento y el entorno en el que vivían. Publicó sus descubrimientos por primera vez en 1914, en la Journal of Infectious Diseases.
Veinte años después, Royal R. Rife inventaba el microscopio universal, cuya potencia de resolución de 150.000 aumentos le permitió hacer visibles las bacterias vivas y los virus. Rife demostró que al modificar el entorno y el alimento suministrado, las bacterias favorables como el bacilo del colon (bacillus coli), podían ser convertidas en bacterias ‘patógenas’ conocidas como tifoideas. Rife pudo observar que el agente vírico asociado con ciertos tipos de cáncer podía a la larga ser modificado convirtiéndolo en el inofensivo bacillus coli, revirtiendo el proceso. Afirmó que lo que realmente producía la enfermedad era el metabolismo celular desequilibrado del cuerpo humano. Creía que si el cuerpo humano estaba perfectamente equilibrado no era vulnerable a la enfermedad, y que la cualidad virulenta era un problema ecológico, es decir, un problema del estado de ‘limpieza’ interior.
El Cambio de Paradigma
Una escuela de pensamiento (la medicina moderna y su perspectiva monomorfista), dice que la mayoría de las enfermedades son causadas por gérmenes o alguna forma microbiana estática (la teoría del germen). Para recuperar al paciente, hay que:
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MATAR los gérmenes.
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MATAR los microbios.
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MATAR cualquier cosa que enferme.
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Usar drogas, antibióticos, quimioterapia, radiación, cirugía.
La enseñanza médica oficial condiciona en gran medida para ver sólo lo que se ha divulgado dogmáticamente como la ‘verdad oficial’, desechando todo lo demás. De esta manera, cada persona crea un filtro para aceptar e integrar sólo lo que se amolda con sus ‘ideas preconcebidas’, y los fenómenos se interpretan bajo la óptica de lo que aquellos en quienes reconocemos la autoridad de ser ‘expertos’, nos dicen que es verdad. Por eso diariamente se niegan todas aquellas evidencias que no encajan con los dogmas consensuados
La otra escuela de pensamiento, que incluye muchas otras formas de artes curativas, dice que la mayoría de enfermedades son causadas por un desequilibrio en el organismo debido a un desarreglo, y que éste puede ser nutricional, eléctrico, estructural, emocional, toxicológico o biológico. Para recuperar al enfermo se necesita restablecer el equilibrio de su organismo, trabajando a favor del cuerpo, no en contra de él.
Y algo importante a remarcar es que… el “contagio” no existe. Lo único que se contagia es el miedo a la enfermedad. Existen personas compartiendo unos medios externos similares y una forma de vida similar. Si también sus creencias socio-culturales son similares, es muy posible que sus organismos presenten una carga tóxica similar, y que puedan reaccionar en forma similar en un momento coincidente del tiempo.
[1]Daño producido básicamente por los actos médicos (efectos secundarios de los medicamentos o intervenciones instrumentales). No hay que confundirlo con negligencia.
[2]Se denomina pleomorfismo. Pleo significando muchas, morfismo significando formas o cuerpos.
[3]Las micotoxinas (del griego antiguo μύκης (mykes, mukos),«hongo» y del latín toxicum («veneno») son metabolitos secundarios tóxicos, de composición variada, producidos por organismos del reino fungi, que incluye setas, mohos y levaduras.
Publicado en: CURSO Autogestión de la Salud