La naturaleza de la enfermedad

Patrick Quantenmarzo 2023

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Traducción: seryactuar.org

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En la medicina alopática, ―el modelo occidental de enfermedades, que tiene poco más de doscientos años―, la lista de enfermedades es interminable. Cada día se «inventan» nuevas enfermedades, creando nuevos expertos, porque cada enfermedad requiere un protocolo de tratamiento especializado. Las civilizaciones antiguas, y podemos extender esto a todo el mundo, describían las enfermedades de una forma mucho más sencilla.

Una enfermedad es un desequilibrio. ¿Un desequilibrio de qué? Diferentes culturas utilizaron diferentes formas para expresar los distintos tipos de desequilibrios, pero todas ellas confirmaron la importancia de mantener equilibradas las energías. Todas señalaban la gran influencia de las partes no materiales de la vida. Todas consideraban que el ser humano requiere un equilibrio en los aspectos físico, mental y consciente de la vida, siendo el físico la influencia menos poderosa.

En los tiempos modernos, la ciencia nos ha demostrado que toda la materia es una manifestación de energía. Por lo tanto, la realidad física que experimentamos es una imagen, una expresión, de las interacciones que se producen en el campo energético del que surge la realidad física. Dentro de la humanidad vemos muchas expresiones diferentes. Vemos una gran variedad de realidades físicas. Todo esto indica un gran número de «focos», de concentraciones de energías dentro del campo humano. No todas las vidas son iguales, lo que significa que el campo energético humano no es un campo homogéneo.

La naturaleza, de la que forman parte todos los organismos vivos, es un campo energético que produce la realidad física que vemos y experimentamos. También en este caso hay una gran cantidad de variaciones, que dan lugar a la vida vegetal y animal tal y como la conocemos. Todos los cambios que observamos en lo físico son manifestaciones de ese campo, ya sean evolutivos o momentáneos. Así pues, cuando el equilibrio de fuerzas dentro de ese campo cambia, a largo o corto plazo, la realidad física que observamos también cambia.

La ciencia ha demostrado que los cambios energéticos son el resultado directo de alteraciones en la presión y/o la temperatura. Al aumentar la presión sobre un campo de energía y/o disminuir su temperatura, la energía se vuelve más condensada, más compacta, menos móvil. El resultado final es la «solidificación» en materia de una parte de esa energía, dentro del campo. La manifestación material, ―nuestro mundo físico―, se produce como resultado de la contracción de la energía. Al igual que el movimiento de la energía dentro del campo está determinado por la alta y la baja presión, la alta y la baja densidad, la vida dentro de la naturaleza es una manifestación de la alta y la baja presión. La vida misma es creada por las energías en movimiento, las presiones cambiantes y las densidades. Las dos fuerzas que subyacen a todo movimiento y a todo cambio en el mundo físico, al igual que en el mundo energético, son la presión y la temperatura.

Todo organismo vivo es una condensación de parte del campo energético del que procede. Las energías están en un momento determinado fijadas en un formato físico. Este formato limita los cambios de energía que la forma puede absorber y manifestar. La manifestación física es una ‘reunión’ de energías en un momento concreto y en unas circunstancias específicas, lo que limita el alcance de los movimientos que esta manifestación puede admitir. Más allá de las características específicas de su forma, la estructura física dejará de funcionar y se desintegrará. Así que cada ser humano es un ser energético fijo muy concreto, con limitaciones en cuanto a lo que puede soportar durante su manifestación física. Cualquier cambio que esta manifestación exprese son cambios de presión que primero se manifiestan dentro de su campo energético y después dentro de su función y forma física.

Las culturas antiguas simplemente se referían a la salud como un equilibrio en la energía dentro de ese individuo, y a la enfermedad como un desequilibrio en la energía. Eran muy conscientes del hecho de que un desequilibrio sólo puede ser causado por un cambio en la energía dentro del campo de esa persona. Por lo tanto, la salud es una cuestión individual. Así, cuando cambian las condiciones en las que vive un individuo, éste necesita «responder» a esas condiciones externas y, como consecuencia, se alterará el funcionamiento de su sistema. Asimismo, cuando las condiciones siguen siendo las mismas pero mantener el equilibrio de la vida, la forma en que el sistema puede responder a las circunstancias, se convierte en una carga cada vez mayor, el sistema pierde su equilibrio. Cuando puede realizarse el ajuste necesario sin inyectar demasiada energía, la persona cambia su equilibrio.

Este periodo de ajuste, que pasará espontáneamente, se conoce como enfermedad aguda. Pasa por un breve periodo de desequilibrio, de incertidumbre, de inestabilidad, para llegar a un nuevo equilibrio y la vida continúa. Sin embargo, cuando esa persona lucha seriamente por hacer este cambio su sistema mostrará signos de esa lucha continua. Mostrará que está desequilibrado. La persona está enferma, y esto se conoce como enfermedad crónica. Esto va a requerir una intervención consciente de la persona si ésta quiere recuperar un equilibrio en el que su sistema pueda funcionar a gusto.

Como sólo hay dos fuerzas opuestas que impulsan el campo energético, la expansión y la contracción, todos los desequilibrios pueden considerarse como un desequilibrio en uno u otro sentido. Por lo tanto, la enfermedad es la expresión o bien de una presión disminuida, o bien de una presión aumentada sobre el campo o sobre partes de él, y por lo tanto también sobre la manifestación física dentro de ese campo.

El desequilibrio en la vida, la enfermedad que se manifiesta, está causado ya sea por muy poca presión sobre la vida o por demasiada presión sobre la vida. Todas las enfermedades son una manifestación de cualquiera de estas dos condiciones, lo que significa que, en efecto, sólo hay dos tipos de enfermedades, con múltiples manifestaciones posibles.

Que haya dos tipos de enfermedades significa también que sólo se necesitan dos tipos de tratamientos. Cuando la presión es demasiado baja se puede rectificar el equilibrio, curar la enfermedad, aumentando la presión en esa vida. Cuando la presión es demasiado alta, se puede curar la enfermedad reduciendo la presión en esa vida.

La forma de aumentar la presión podría consistir en ‘enfriarse’, lo que haría que la energía (y la materia) se contrajeran. Puede ser asumiendo más responsabilidades en la vida. Asumir la responsabilidad personal de tus actos, pensamientos y sentimientos aumentará el compromiso en la propia vida. Involucrarse más directamente en la propia supervivencia ―proporcionando comida, cobijo y protección― aumenta la conciencia y la conexión con el flujo de energías fundamentales. No se trata de ‘hacer la vida más fácil’. Se trata de hacer la vida más realista. Sin una razón para levantarse por la mañana, sin una razón para vivir, la energía que proporciona vida a un individuo disminuye porque no hay suficiente presión dentro del sistema para hacerla fluir con eficacia.

La forma de disminuir la presión podría consistir en ‘calentarse’, lo que haría que la energía (y la materia) se expandieran. Puede que uno haya permitido que se ejerza demasiada presión sobre su vida. Negarse a responsabilizarse de asuntos que no le conciernen a uno ayudará a reducir esa presión. Es esencial examinar la propia vida, especialmente en relación con la presión que uno pone sobre sus hombros. Una vez identificadas las áreas de presión, se pueden tomar decisiones sobre lo que se permite y lo que no.

Otro factor a tener en cuenta es cómo se responde al mundo que nos rodea, tanto al mundo natural como al creado por el hombre. A veces no se puede cambiar de inmediato la forma en que uno vive, pero sí el cómo lo vivimos. Piensa en tus sentimientos y en los que son ineficaces, como estar enfadado por algo que no puedes cambiar―; se puede aprender a ignorarlos, reduciendo así el gasto de energía y la presión que uno se impone a sí mismo. Lucha las batallas que puedas ganar y aléjate de las que no puedas ganar. Sé muy consciente de dónde estás quemando energía en la vida y de lo que eso aporta a tu vida. La eficiencia en el uso de la energía es la clave para una vida sana, sea cual sea el formato que adopte.

Recuerda siempre que lo no material, la parte mental de la vida, pesa mucho más que las cosas materiales, como nuestra actividad física. No es el trabajo extra que haces con tu hombro lo que hace que te duela crónicamente. Es la forma de hacer el trabajo lo que crea el desequilibrio. Para conseguir un resultado concreto, se puede necesitar mucha más energía cuando estamos «forzándolo», trabajando, por ejemplo, contra un obstáculo mental, como la creencia de que no se puede o no se debe hacer.

  • Las enfermedades agudas indican un ajuste interno que puede completarse y se completará. Se puede dejar que sucedan e incluso fomentarlas, estimularlas.

  • Las enfermedades agudas recurrentes indican que el sistema tiene que ajustarse con frecuencia, lo que significa que existe una fuerza subyacente que, de vez en cuando, desequilibra el sistema. Para detener la repetición, hay que examinar qué ámbito de la vida está alimentando esta situación.

  • Las enfermedades crónicas indican un esfuerzo infructuoso de adaptación. Se trata de un mensaje urgente de tu sistema para que cambies tu forma de vida. El sistema te está diciendo que así ya no puede más.

Lo que el sistema expresa, tanto si funciona con facilidad como si se esfuerza por hacer lo que le pides, es la verdad de tu vida, de tu situación. No puede haber ninguna duda al respecto. Así que, por tu bien, será mejor que lo tengas en cuenta y respondas a él. Responder al mensaje siempre significa que tienes que cambiar algún comportamiento fundamental en tu vida, algo que siempre has hecho, que siempre has creído. Tu sistema ha estado viviendo como tú le has ordenado, pero ahora ha llegado a su límite y te lo está haciendo saber. Encubrir el mensaje tratando los síntomas puede hacer que tu vida sea un poco más cómoda, pero no va a mejorarla fundamentalmente mientras sigas haciendo lo que haces, pensando lo que piensas y sintiendo lo que sientes.

La salud consiste en mantener un equilibrio interno en medio de circunstancias siempre cambiantes. Evidentemente, para ello hay que cambiar de vez en cuando. Si no lo haces, tu sistema te hará saber cuándo se está quedando sin energía, cuándo se han alcanzado los límites de las posibilidades. No importa lo que tú creas que es «correcto» para ti, tu sistema te mostrará la verdad. Así que abandona tus creencias y abraza tu verdad.

Vivir tu verdad significa que comprendes que lo que tu sistema te está mostrando es tu verdad y que, en interés de la vida misma, es mejor que sigas sus directrices. Y éstas son, en principio, sencillas. Demasiada presión necesita ser reducida y poca presión necesita ser aumentada. Vivir en una sociedad de alta presión hace que el exceso de presión sea el culpable más probable.

Siempre que pienses que hacer los cambios necesarios implica decisiones difíciles de tomar, considera el hecho de que la vida, tal y como la estás viviendo ahora mismo, tampoco es fácil y se volverá aún más difícil si no haces los cambios. Sé amable con tu vida y dale lo que necesita para sobrevivir.

 

***

Patrick Quanten ha practicado la medicina general desde 1983. La combinación de su visión médica y sus amplios estudios de Terapias Complementarias le han abierto nuevas perspectivas en el cuidado de la salud, que fructificaron al mezclarse con los principios yóguicos y ayurvédicos. Patrick renunció a su permiso para ejercer la medicina en noviembre de 2001. Patrick también está cualificado en medicina ayurvédica, homeopatía, reiki, ozonoterapia y masaje tailandés. Es experto en velas de oído y también es un gran conocedor de otras ciencias duras. El trabajo de su vida consiste en encontrar similitudes entre el Conocimiento Antiguo y la ciencia occidental moderna.

Publicado en Artículos, Boletín, Nuestra verdadera esencia, Opinión y análisis, Salud y enfermedad
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