13 – TODAS LAS TERAPIAS FUNCIONAN – Cuando una terapia funciona… ¿qué es lo que funciona?

Cuando una terapia funciona…¿qué es lo que funciona? 1

Por Patrick Quanten, MD

bata blancaTodo se remonta a mi consulta, la frustración, ya sabes.

Cuando sales de la facultad de medicina, y has escuchado a los “dioses de bata blanca” durante tanto tiempo, realmente te crees que las terapias funcionan. Y sin duda es algo bueno, pero el problema es que te crees que funcionan siempre. ¿Por qué? Porque lo dice el libro. Un libro de medicina ocupa mucho tiempo y espacio en describirte el malestar y en especular sobre cómo podría haberse originado, y tan sólo unas pocas líneas para decirte lo que tienes que hacer con ello. ¡Eso es todo! ¿Qué más quieres? Nada. …Hasta que realmente empiezas con la práctica.

Un médico no tarda mucho en encontrarse con que ése no es el capítulo final del tema. Pronto se queda con una pregunta acuciante: ¿qué hacer cuando una terapia no funciona? El libro permanece mudo sobre este punto. En los libros médicos siempre hay mejoría. Hay un final feliz para cada uno de los que aparecen en el relato. La realidad de la vida cuenta una historia totalmente diferente.

Desesperado, el médico se dirige a sus colegas, los especialistas, quienes le dicen que todo es culpa del paciente. O bien no quiere ponerse bien, o es un hipocondríaco al que no le pasa nada, o sólo ha sido mala suerte que la operación no haya ido bien, o de que cogiese tan fácilmente las infecciones. ¿Qué puedes hacer tú? ¡Intentamos con todas nuestras fuerzas ayudar a la gente, y ellos son demasiado perezosos, demasiado tercos para cooperar!

Al no obtener respuestas desde dentro de la profesión, y quedarte solo para atender a las personas que cuidas, podrías querer aventurarte por ti mismo y empezar a buscar en otros sitios. ¿Acaso no hay alguien que sepa algo? Efectivamente, no. Tus colegas de las autoridades médicas te han dicho que nadie sabe nada. El mundo fuera de la facultad de medicina es un tontolaba.

Pero precisamente ese mundo está muy atareado haciendo exactamente eso que tú estás buscando, intentando otras cosas para ayudar a la gente a mejorar. Quizá deberías buscar por ti mismo, pero asegurándote de que tus colegas no se enteren, porque realmente no quieres que te ridiculicen.

Ahí es donde te pones en contacto con una amplia variedad de terapias. Una de las cosas más sorprendentes que descubres es que algunas de esas terapias han sido utilizadas desde hace miles de años. ¡Totalmente impactante!

Un timo que se las arregla para engañar al mundo durante tanto tiempo, y todavía perdura, a pesar de todas las pruebas científicas que la gente tiene a tocar de mano en estos días. ¡La gente con la que te encuentras en ese mundo debe estar perturbada, engañada, como una cabra!

Pero no lo están. Muchos son como tú mismo, preocupados tan solo con el sufrimiento de las personas y en cómo aliviarlo. ¡Te creías que sólo le preocupaba a la profesión médica!

Y las personas que piden ayuda en ese mundo son también gente normal y corriente, no los rompepelotas que te habían hecho creer que eran. Aunque parece que en esa comunidad parece haber un tema recurrente en marcha: el sentimiento de que han sido defraudados por los médicos, tus amigos y colegas. Intentas explicarlo y defenderles, pero las historias con las que te encaras aquí te ponen en punta los pelos de la nuca. Siquiera si la mitad de esas historias son ciertas, entonces esa gente ha escapado del infierno. Y tú todavía vives en él, e intentas venderlo a todo el mundo.

Ahora has encontrado una amplia variedad de terapias -algunas parecen pertenecer a un mundo totalmente diferente – todas diseñadas y desarrolladas para ayudar a la gente. Resulta extraño que exista ese mundo, y que se empeñe exactamente en lograr lo mismo que tú, pero que tú no estuvieras al corriente de los esfuerzos realizados ni de los resultados obtenidos. Y tú ves resultados, ¡no hay duda!

Por tanto, habiendo entrado en esa profesión porque querías marcar la diferencia con las personas que sufren, empiezas a aprender esas técnicas, y empiezas a cogerle el tranquillo al conocimiento y al pensamiento que hay tras esas técnicas.

No sólo es que veas resultados, sino que también te das cuenta de que existe más de una manera de observar a la vida y a sus problemas. Algo que no se te permitía hacer en la facultad de medicina.

Pronto la verdad fundamental se dibuja ante ti: todas las “terapias” funcionan, pero ninguna terapia funciona para todo el mundo, todo el tiempo.

Esto son buenas noticias para el “negocio de la salud”, pero no te ayuda mucho, si lo que te importa es ayudar a todo el mundo. La gente que está activa dentro del cuidado de la salud como negocio, puede quedarse convencida, ser persuasiva y estar determinada, cada cual dentro de su parcelita del mundo de la sanación, sin tener que sentirse culpable. Saben que su terapia funciona, quieren venderla al mundo entero. ¡Y lo mismo hacen centenares de otras personas con su terapia!

Esto nos lleva al tema principal, la pregunta:

¿Por qué funcionan todas estas terapias?”.

Es fascinante encontrar que a través de la amplia variedad de técnicas, debe existir algo subyacente que provea a cada terapia con su propio “ingrediente activo”.

Comparando terapias

Empecemos con las cosas que la mayoría de nosotros encuentra más fácil de entender, e intentemos encontrar ese “algo especial” que ayuda a la gente.

Si te duele la zona baja de la espalda y la pierna, podemos aceptar que nos digan que la pelvis está inclinada hacia un lado. Si tal es el caso, entonces debería tener sentido que el problema se solventara una vez que la pelvis hubiera “vuelto a su lugar”. La manipulación de la zona lumbar y de la pelvis sonaría como una solución razonable. ¿Pues sabes qué? Que funciona. No siempre, pero funciona. Y eso es lo que nos interesa. Por tanto, tomando físicamente el toro por los cuernos, rectificar el problema físico funciona.

Pero eso no es todo. Si haces un masaje profundo de tejidos, también serás capaz de relajar los espasmos musculares de la zona lumbar y suelo pélvico, lo que permite que la pelvis gire a su posición, y se rectifique el problema. Funciona igual de bien.

tecnica BowenComo también lo hace el toque físico ligero, como por ejemplo el que se aplica en la técnica Bowen, en la que los músculos a lo largo de la espina dorsal son “golpeteados”, y luego dejados que se “asienten”.

O bien podemos presionar los puntos de acupuntura, los nodos de los meridianos, que permiten a los canales energéticos estabilizar el flujo de energía a través de diversas zonas del cuerpo, tal como defiende la medicina oriental (shiatzu, masaje Thai, acupresión, etc.)

Sin embargo el problema también puede ser corregido a través de la imposición de manos, a través del Reiki (la sanación sin contacto), o la sanación a distancia, en la que el “terapeuta” ni siquiera tiene que estar en el mismo lugar que el paciente.

En resumen

Aprendemos que un problema físico puede ser aliviado a través de la manipulación física, a través de las diversas maneras de toque, sin tener contacto, incluso a grandes distancias. ¡Es surrealista!

acupunturaOtras terapias lograrán resultados similares a través de insertar agujas en la piel, en ocasiones a distancia del lugar donde está el problema. O podemos mejorar la función de la espalda masajeando las plantas de los pies. También la homeopatía tiene remedios, que se toman oralmente, y que pueden cambiar de forma radical un problema de espalda.

Esta larga y variada lista no es ni mucho menos exhaustiva, pero si no estás impresionado por la gama de terapias que parecen tan inapropiadas para el problema físico real, y que sin embargo son efectivas, es que no te estás enterando.

Ciertamente parece como si no importara lo que hicieras; cualquier cosa puede funcionar como remedio. Parece como si la técnica pudiera ser cualquier cosa.

Si lo que cura el problema no es la técnica específica diseñada para encajar con el problema, entonces, ¿qué diablos es? ¿Qué más hay ahí que esté implicado con la terapia?

Hay dos ingredientes más: el terapeuta y el paciente.

¿Qué quiero decir con esto? Bueno, otra cosa que he observado con los años es que algunos terapeutas obtienen mejores resultados que otros. Y que cuanta más reputación tienen, mejores resultados consiguen.

¡Y hay más! Si el paciente está convencido de que algo no le será de ayuda, o piensa que el terapeuta no va a ser bueno, los resultados serán sumamente mediocres. Esto significa que el paciente juega un papel importante en el proceso de sanación.

Por ahora, la conclusión es que la técnica utilizada en la sanación tiene poca importancia, pero que la persona que hace la terapia y la persona que recibe la sanación, ambas son de gran importancia.

Esto lo he verificado a través de las observaciones que he realizado dentro de mi propia práctica como médico de cabecera. La palabra del especialista, y su consecuente receta, era en general mucho más poderosa que mi propia receta del mismo fármaco. Su estatus de “saber más” hacía más efectiva la terapia, aunque estuviera utilizando el mismo tratamiento. Obviamente, el poder radica en el hombre, no en el producto. O por lo menos, en el poder del hombre tal como es percibido por el receptor.

Por esa misma razón, el tradicional médico de cabecera rural era enormemente efectivo al tratar a su parroquia. Era respetado, conocía lo que sucedía en el pueblo y en las vidas de las personas, y gozaba de la total confianza de la gente. Esto significa que la gente se entregaba totalmente a él para que les mantuviera sanos. ¡Sin cuestionar nada! Un sistema muy efectivo.

Hoy en día, con el “paciente informado”, las terapias, tales como fármacos y operaciones, funcionan cada vez menos que en tiempos pasados. Cuantas más preguntas se plantean, más dudas albergamos, y menos efectivos llegan a ser los tratamientos.

El ingrediente activo

En conclusión, podemos ya establecer que la técnica, el módulo de tratamiento, no es la parte esencial de la terapia, puesto que todas las terapias funcionan a pesar del hecho de que tengan un amplio rango de enfoques diferentes.

Igualmente es bastante obvio que dentro de cada modalidad de tratamiento podemos encontrar a personas que son “buenas”, y a otras que no lo son tanto, medidas en términos de “obtener mejores resultados”.

De nuevo esto nos indica que la técnica que utilizamos no nos garantiza el resultado; o dicho en otras palabras, que el diploma o el certificado que alguien tiene no es lo que necesariamente le hace ser bueno en su trabajo, ni tampoco el tipo de “escuela” en la que se ha formado.

No, el único y más poderoso ingrediente activo de cualquier terapia es la persona que la realiza. Y, si lo que esa persona realiza no es lo que es importante, ¿qué pasa exactamente entonces con el terapeuta, sanador o cuidador que aporta la calidad que se necesita para que ocurra la sanación?

Si no se trata de la calidad de su técnica, ¿qué puede ser?

La forma como ha sido realizada.

Hay dos requisitos fundamentales para funcionar como sanador de éxito, y ambos tienen que ser puros:

  • ayudarPrimero, la persona debe tener la absoluta intención de ayudar al otro. La pregunta sobre el “tipo” de ayuda que sentimos que el receptor necesita, debe permanecer sin plantear. Cuantas menos restricciones pueda poner una persona acerca de la ayuda que está queriendo dar, más elevada será la calidad de la intención, y más amplio su rango, más puro el contacto. Un enfoque con una intención pura y abierta de ofrecer ayuda y sanación es el primer requisito absoluto.

  • concentracionSegundo, una atención ininterrumpida, sin distracciones. La persona deseando ayudar debe ser capaz de concentrarse totalmente en la persona que recibe la ayuda. Cualquier distracción, y por supuesto aquellas que implican al Yo del dador, disminuirán el poder de la intención. El dador debería estar totalmente concentrado en aquello en lo que está implicado; dando su total e indivisa atención.

Por tanto, ahora estás dando con todo tu corazón, todo tu ser. Sin embargo hay personas a las que damos pero que no mejoran.

¿Podría ser entonces que hubiera algo más?…

…Pues sí.

¡El receptor debe estar queriendo recibir!

Bueno, eso es fácil, porque nadie quiere tener dolor o estar enfermo… ¿O sí?…

La sociedad no deja que nadie se sienta “cómodo” con su enfermedad.

La sociedad odia lo que contempla como anormal, ya sea que signifique un cuerpo diferente, un cuerpo funcionando diferente, una mente diferente o unas necesidades diferentes. Todos hemos de ser iguales, con los mismos anhelos y los mismos deseos. Todos sabemos lo que está “bien” y lo que está “mal”. Todos sabemos lo que es normal. Nada que no sea eso es aceptable. Estar enfermo no es algo que se nos permita “disfrutar”, o necesitar.

Es por este motivo que en lo más hondo del corazón de una persona puede estarse escondiendo una verdad diferente de la que muestra exteriormente. La persona puede tener deseos diferentes de los que está enseñando. En una enfermedad terminal puede que exista un deseo escondido de morir, puesto que le aporta a la persona la única forma “aceptable” de salirse de una situación imposible. En ocasiones ni siquiera está permitido verbalizar la imposibilidad de la propia situación. ¡No está aceptado!

Sea cual sea la razón, si la persona que recibe la sanación no desea aceptarla -quiero decir, a nivel de lo más profundo de su ser – entonces no va a ocurrir ninguna sanación. La persona no “mejorará”. O si prefieres decirlo así, ¡la terapia no funciona!

O, tal como ahora sabemos: el terapeuta no funciona.

Sanar siempre es un proceso interno e individual. La sanación no viene del exterior. Los demás pueden ayudar, pueden participar para crear las posibilidades, pero no sanan.

Nadie es un sanador, y todo el mundo lo es. Nadie es un sanador que pueda invalidar los deseos más profundos de otro individuo; y todo el mundo es un sanador en su propia vida.

La herramienta que uno utiliza para enfocar la intención y la atención es secundaria al propio proceso mental, y en relación a eso importa poco. Lo que cuenta es la conexión entre el dador y el receptor, no el método de conexión. Cuanta más poderosa sea esa conexión, mayores serán los poderes sanadores.

No hay ninguna terapia que funcione – No te quejes.

Todas las terapias funcionan – No te regocijes.

Aprende sobre el Poder, no sobre la herramienta que te hace ser poderoso.

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