Vida sí, pero no como la conocemos 1
por Patrick Quanten, MD
En nuestra búsqueda de la Verdad se nos invita a escalar sobre muchos obstáculos. Nuestras creencias básicas sobre la vida, su mecanismo y sus adornos, se perturban y cuestionan una y otra vez. Podemos elegir explorar más allá de esas barreras, o quedarnos a resguardo dentro de los terrenos de la vida tal y como la conocemos.
La vida, tal y como la conocemos, es una sociedad construida sobre los principios de su conocimiento. Todas las estructuras y funciones de esa sociedad se relacionan directamente con sus creencias. Nosotros, viviendo en una sociedad, estamos rodeados de ejemplos de ello.
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Si crees que las bacterias te enferman, te empeñarás en matarlas mediante medidas de higiene alimentaria extremas que esterilicen todo lo que comes, en un intento de llegar a ser más sano.
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Si crees que otras personas, otras culturas, están amenazando tu existencia, te procurarás un sólido sistema de defensa para proteger los intereses y libertad de tu gente, la libertad de pensar como yo ordeno, en vez de como ordenan otros.
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Si crees que la vida empieza en el momento de nacer, y termina con la muerte, harás todo lo que esté en tu mano para alargar ese espacio de tiempo que se extiende entre esos dos puntos, y ésa será tu principal prioridad.
La forma en que la sociedad mira y funciona está totalmente determinada por su sistema de creencias. También está encerrada dentro de sus murallas.
Nada fuera de los muros de tu sociedad -de tus creencias- puede ser verdad, nada puede existir. Es totalmente inaceptable imaginar siquiera que cualquier cosa pueda existir fuera de nuestro propio sistema de creencias. Y sin embargo el “crecimiento” y el “movimiento” no pueden suceder sin que ocurran nuevas contribuciones.
Encontrar nuevas formas de matar una bacteria no cambia el enfoque ni la creencia acerca de qué es lo que te enferma.
A fin de permitirnos hacer progresos, tenemos a la ciencia. Son nuestros “amigos listos”, los que investigan y nos informan acerca de lo que deberíamos creer. Tenemos a esas personas en la más alta consideración, y no cuestionamos su integridad. Nos gusta creer que nuestros científicos están más que deseosos de saltar los obstáculos sociales a fin de establecer la Verdad.
Sin embargo, la vida tal como la conocemos los produce a ellos tal como los conocemos: viven encerrados por los mismos muros. Dado que son muy respetados, se sienten felices de vivir dentro de esas limitaciones, y no tienen prisa para encontrar lo que puede haber (si es que hay algo), más allá de los muros.
De hecho, han tomado posiciones en lo alto de los muros, y ahuyentan con fiereza a cualquiera que se acerque a las murallas, no, no desde el exterior, sino desde el interior.
No quieren que nadie eche un vistazo a lo que hay más allá del borde de nuestro mundo.
Pero… los tiempos están cambiando.
Pruebas científicas
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Memoria celular
En los años 1980 los científicos establecieron que todas nuestras células corporales eran capaces de producir cualquier enzima, hormona, neurotransmisor o químico que se necesitase. Demostraron que los “químicos cerebrales” son producidos por las células de todo el cuerpo; que la insulina es producida incluso por las células cerebrales, que ningún bioquímico es prerrogativa de una parte concreta del cuerpo o una glándula específica.
Las células no sólo producen todo lo que necesitan en cualquier momento dado, sino que también tienen memoria de lo que está ocurriendo en cualquier momento dado.
Si se vuelven a exponer a una situación similar, desencadenarán la misma respuesta pero con más rapidez porque el reconocimiento y la vía de respuesta que fue adecuada ya están enlazadas. Además algunos recuerdos parecen estar “encerrados” dentro de la memoria de la célula.
Por ejemplo, una experiencia dolorosa o traumática puede dar como resultado una vía de respuesta “bloqueada” dentro de la célula, en la que ésta no permita que esta experiencia tenga su efecto correcto. Por decirlo de algún modo, la vida gira alrededor de ello.
Esto ocasiona problemas a largo plazo, puesto que la célula tiene que seguir efectuando acciones de evitación, gastando cantidades de energía y reduciendo su alcance de posibles respuestas, ya que algunas están “bloqueadas” y por tanto no se pueden utilizar.
Si a través de un tratamiento adecuado la persona comunica el incidente y elimina el bloqueo, experimenta en ese momento todo el impacto físico del incidente como si estuviera ocurriendo allí y en aquel momento. Esto sólo puede ocurrir si aceptamos que la célula posee un recuerdo total y exhaustivo del incidente, con todos sus detalles.
Las células individuales también están experimentando todo lo que nosotros experimentamos como organismo completo.
Cuando somos felices, los químicos que se liberan en nuestro hígado hacen que este órgano también sea feliz. Las células funcionan mejor, tenemos un mejor aporte sanguíneo, una eliminación más suave, y en general estamos en un estado de más alerta.
Se ha visto que lo mismo sucede con nuestros intestinos, nuestro sistema endocrino, nuestros sentidos, nuestro corazón y nuestros pulmones.
Todas nuestras emocionas están directa y certeramente “secretadas” por todo nuestro cuerpo, dejando cada rinconcito de nuestro sistema sintiéndose exactamente tal y como nosotros nos sentimos.
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Respuesta no física
No sólo responden de inmediato todas las células ante cada situación, sino que lo hacen de forma mínima antes de que ocurra físicamente. Los científicos han demostrado que si intentas comerte una naranja, los jugos digestivos producidos son totalmente diferentes a los segregados si intentas comerte un limón. Los jugos que las células producen son totalmente específicos para “lo que están a punto de recibir”, incluso antes de que se haya realizado el contacto físico.
Esto tiene que ver con la conciencia no física que posees. Cuando alguien con quien mantienes una relación tensa y fría entra en la habitación sin que en realidad hayas llegado a verla, la frialdad que se desplaza por tu espalda te alerta de su presencia, de la misma manera que podemos sentir “unos ojos clavados en nuestro cogote”. Esta percepción tiene un efecto inmediato en nuestro ser físico: nos entra ansiedad, se nos tensa el estómago, y experimentamos todos los signos de lo que se conoce generalmente como una respuesta de lucha o huida.
De forma similar, ¿acaso no hemos tenido todos esos extraños sentimientos cuando tenemos que llamar a casa?. “Sabemos” que ha ocurrido algo sin que tengamos ninguna prueba física de ello. En otras palabras, existe una especie de “sentido” de comunicación entre nuestro cuerpo y nuestro entorno (el espacio-distancia es irrelevante) que no es de manera física.
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Genética
Cada célula de nuestro cuerpo posee la misma información genética. Y lo que es más, todos los seres humanos tenemos el mismo ADN genético. Eso es lo que hace que esa célula concreta se exprese como una célula humana. Desde la primerísima célula del embrión, todo el material genético que se necesita para componer un ser humano y hacer que funcione, sean cuales sean las circunstancias, está ya en su lugar.
A través de su desarrollo como ser humano, ese ADN dentro del núcleo celular nunca se altera; si lo hiciera dejaría de ser una célula humana y por tanto ya no serías capaz de seguir viviendo como humano. Esto significa que todos somos identificables como seres humanos, pero al mismo tiempo, individualmente somos diferentes. Las diferencias provienen de las distintas partes del ADN que son “leídas” y expresadas, a través de la diferencia de material genético de por sí.
Cada simple actividad en el interior de nuestro cuerpo (billones de acciones por segundo) es la expresión directa de esa lectura de ADN. Nada ocurre en el interior de nuestro cuerpo sin las instrucciones explícitas de nuestro ADN.
Así pues, si nuestro cuerpo produce un cáncer es porque el ADN le dijo que lo hiciera. Por tanto, existe un gen disponible en el ADN que pasa instrucciones a las células para que alteren su acción y se conviertan en aquello que nosotros denominamos “células cancerosas”. Sin embargo, puesto que todos tenemos el mismo material genético es de recibo que todos tenemos ese gen.
La investigación ha mostrado que cuando existe una disfunción corporal, los genes correspondientes han sido “activados”, lo que permite la expresión física de ese funcionamiento desviado. Han observado como los genes se activan y desactivan, con los síntomas correspondientes apareciendo y desapareciendo, como en el cáncer, la artritis reumatoide y otras disfunciones.
Toda manipulación genética efectuada como tratamiento, lo que haría sería “activar” el gen adecuado del cáncer, pasándolo de “encendido” a “apagado”.
La cuestión del porqué se activó en primer lugar seguiría sin haber sido respondida, y en consecuencia lo más probable es que la misma fuerza que fue responsable de la activación inicial vuelva a activarlo de nuevo, tras la interferencia de la profesión médica.
Lo que causó que apareciera tu cáncer no ha sido alterado con la manipulación genética, y por tanto el proceso de enfermedad se reanudará.
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Estimulación del ADN
¿Qué es lo que hace que el ADN exprese ciertas partes de su doble hélice, y no otras?
¿Qué es lo que da instrucciones al ADN para que dé instrucciones al cuerpo de que haga ciertas cosas?
Hemos visto como reacciona el cuerpo a su entorno e influencias sin que exista una explicación bioquímica. La forma en que el cuerpo reacciona, o en otras palabras, lo que hace, está bajo el control único y directo del ADN. Y además, esta reacción ocurre antes de que haya habido la posibilidad de una interacción física.
Conocemos también algo más acerca del componente energético de nuestro ser. Se ha fotografiado el aura; se han obtenido imágenes electromagnéticas de zonas corporales (con fotografía kirlian); se ha establecido la relación entre la zona del cuerpo y los “puntos de presión” (reflexología, terapia zonal, acupuntura) en los que la comunicación es a nivel energético en vez de material; los experimentos sobre control mental han mostrado el poder de la influencia no física sobre el funcionamiento físico, así como sobre el funcionamiento automático.
El ADN es una cadena en doble hebra, parecida a una bobina enrollada de las que solía haber en los antiguos equipos de radio.
De igual manera que la bovina de radio recibe las ondas de radio que luego pasa a un “traductor” que las convierte en sonido, el ADN recoge las señales de las ondas electromagnéticas, lo que abre la hebra de ADN en ciertas partes, “lee” la parte relevante, y lo coloca en la maquinaria celular que lo traducirá a un proceso químico.
En otras palabras, el ADN escucha señales externas de dentro del campo energético; la vibración de las mismas influye en el comportamiento físico de la hebra de ADN, la abre en ciertos lugares, lo que permite al mensajero que copie ese gen en concreto. El mensajero lleva esa copia para que sea traducida en una acción.
¡La célula hace lo que le dicen!
¡Y el ADN hace lo que se le dice!
Otra información
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Las personas que sufren de lo que se conoce como síndrome de la personalidad múltiple presentan un extraño vislumbre a los extraordinarios mecanismos corporales.
En el espacio de un único cuerpo encontramos dos o más personalidades viviendo, como quien dice, una al lado de la otra.
Las personas presentan personalidades totalmente diferentes, patrones de reacción y acciones diferentes, diferentes enfermedades y muy a menudo diferentes apariencias físicas tales como marcas en la piel, diferencias en la pronunciación, ocupando el mismo cuerpo.
La persona puede cambiar instantáneamente de una a otra personalidad, exhibiendo todos los rasgos de esa personalidad concreta. Esto significa que no sólo la persona se comportará de forma totalmente diferente a partir de ese momento hasta el siguiente, sino que ella se presentará apareciendo instantáneamente como otra persona. Esto ha sido monitoreado muy de cera, y las expresiones de enfermedades tales como nódulos artríticos o diabetes, aparecen y desaparecen a medida que la persona se desplaza de una a otra personalidad. Los análisis médicos cambian también según la personalidad que se muestre a cada momento.
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La evidencia anecdótica sugiere enérgicamente que existe vida antes del nacimiento. Las personas tienen recuerdos conscientes de los acontecimientos (principalmente traumáticos) acaecidos mientras están en el útero, sugiriendo que la creencia médica comúnmente mantenida, de que los recuerdos no pueden y no ocurren antes de la total formación del córtex cerebral, es falsa. A partir de la evidencia científica anterior, sabemos también que la memoria es mantenida en cada célula del cuerpo y no exclusivamente en el cerebro, lo que contradice la creencia médica todavía más.
Se añade a esto esos “recuerdos” de vidas anteriores que la ciencia médica nunca ha explicado, y que generalmente son desestimados como una especie de “alucinación”. Obviamente es mucho más fácil desestimar las experiencias de las personas que explicarlas. Sin embargo, partir de la postura de “aceptarlo hasta que se demuestre lo contrario”, parece una manera de proceder mucho más justa y prudente.
Cuando luego se revela que esos recuerdos de vidas anteriores son extremadamente minuciosos en detalles que pueden ser verificados, como el lenguaje/dialecto y los hechos históricos, junto con la total imposibilidad de que esas personas hayan tenido conocimiento previo del tema, no se puede ignorar el hecho de que tendrán que haber sido capaces de adquirir ese conocimiento de alguna manera en algún lugar. Si las vidas que refieren con todo lujo de detalle son reales, como en muchas ocasiones se ha verificado, ¿de donde obtuvieron esa información?
Sin que existan evidencias en contra, lo único que se puede asumir es que la razón que esas personas dan debe ser la verdad: que procede de sus propias experiencias en una vida anterior.
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También hay vida después de la muerte. Conocemos ahora un montón de evidencias relativas a las experiencias cercanas a la muerte en las que personas declaradas clínicamente muertas, han atravesado la “puerta” entre la vida y lo que hay después. Ahí se han encontrado con otros seres, algunos de los cuales han sido reconocidos como parientes o amigos ya fallecidos, antes de que se les comunicara que debían regresar a su cuerpo terrenal.
Esas personas se han encontrado, aunque de forma breve, con la vida después de la muerte. De forma parecida, los mediums han estado aportando durante siglos mensajes del “más allá” para los vivos. La sociedad ha trabajado exhaustivamente para conseguir que esas personas no fuesen tomadas en serio, presentándolas como fraudes y sometiéndolas a una caza de brujas.
Pero ¡ay!, los mensajes han seguido viniendo; los mediums no se van; y los estudios científicos serios muestran la realidad de esos mensajes, su exactitud y veracidad. Aunque esto aparezca como una gran e inaceptable sorpresa para el mundo científico médico, la religión desde luego siempre ha enseñado a la gente que existe la vida después de la muerte, y cuesta concebir que esta creencia pueda haber sobrevivido durante muchos miles de años, a través de cantidad y variedad de culturas y sociedades, sin que sin embargo haya existido ninguna evidencia de la misma.
¿Cómo puede un cuerpo expresar más de una vida al mismo tiempo?
Si existe vida antes del nacimiento, y después de la muerte, ¿exactamente qué es lo que está vivo?
Todos sabemos que el cuerpo muere y se desintegra. La materia de la que estamos compuestos se desvanece. Sin embargo, el poder que dirige al cuerpo no lo hace. Físicamente no existe diferencia en absoluto entre el cuerpo poco antes y poco después de la muerte; las células, órganos, tejidos y fluidos son exactamente los mismos en ambos casos. Sin embargo, el uno está vivo y el otro no.
El cuerpo de una persona con múltiples personalidades es el mismo, sin embargo la expresión de Vida puede cambiar al instante. La “Vida” debe ser por tanto algo diferente de la propia materia tangible.
En religión a eso se le llama nuestro espíritu. Sin entrar en discusiones sobre lo que es o no es el espíritu, podemos estar de acuerdo aquí en que por lo menos es algo que aporta la energía a la materia. Porque lo material, la materia física, para estar viva tendrá que tener energía, y esa energía procede de algún lugar, que no es el interior de la propia materia.
Materia muerta o viva.
Una persona existe en una forma energética que nunca muere ni desaparece. Cambia, pero nunca se desvanece. En consecuencia, todo lo que una persona experimente será recordado por esa persona, conservado dentro del campo energético de lo que la persona es.
Todas las experiencias alterarán el campo, pero ninguna experiencia llegará a perderse nunca. Esa persona existe antes de nacer y después de morir. Siempre ha existido y siempre existirá, y fácilmente puede decidir atravesar la experiencia del nacimiento y de la vida una y otra vez. No entremos en las razones del por qué, ya que esto se desvía del alcance de este artículo.
Ahora sabemos que cada parte del cuerpo actúa solamente de la forma en que se lo ha comunicado el ADN. Sin esas instrucciones no ocurriría nada, y la muerte estaría sobre nosotros.
El propio ADN recibe sus instrucciones de un campo energético. Se puede decir sin temor a equivocarse que el campo de energía que pasa instrucciones a tu cuerpo te pertenece a ti y a nadie más, ya que de otra manera no serías más que una marioneta manejada por otra entidad. Por tanto, el campo energético que te pertenece debe ser tu propia energía, y en consecuencia debe ser tu yo real. Debe ser lo que da vida a tu cuerpo, lo que te hace a ti un personaje distinto y único entre otros elementos “vivos”. Tú, con todas las experiencias que hayas obtenido, tú con tu equipaje personal, tú como energía humana única que ahora hace funcionar ese cuerpo en particular.
Eres tú quien le das tus instrucciones a tu ADN, para que le diga a tu cuerpo lo que quieres que haga.
Todas las influencias, sin excepción, son de naturaleza energética. Ya sea la forma en que la comida te afecta, o el tiempo, las relaciones, o cualquier otra influencia cuya mención te preocupe, todo ello actúa sobre ti a través de tu campo energético, porque ésa es la única manera en que el cuerpo puede funcionar.
¡Por sí mismo no puede hacer nada!
Depende total y completamente de las instrucciones que recibe del ADN, que obtiene sus propias instrucciones de los cambios en el campo de energía al que “está escuchando”; tu ADN está constantemente escuchándote a ti.. Ninguna interacción química ni biológica directa es posible dentro de este sistema “viviente”. Toda acción tiene lugar dentro del campo energético, el resultado de la cual se traslada y expresa dentro del cuerpo que ese campo está dirigiendo.
Eres ante todo un campo de energía que durante algunos estadios de su desarrollo se traduce a sí mismo en una forma material.
Todas las acciones y comportamiento de esa forma material -el cuerpo- son expresiones de tu YO energético.
Las defensas y muros que rodean nuestra sociedad han sido traspasadas.
Es tiempo de dejar atrás viejas creencias y explorar otras nuevas.