¿Por qué la mitad de las noticias de biomedicina son falsas?

Por Gonzalo Casino Rubio, periodista científico y doctor en medicina (Ciencias biosanitarias) con posgrados en edición y bioestadística, trabaja en Barcelona como periodista científico, investigador y profesor de periodismo en la Universidad Pompeu Fabra.

Antes de responder a esta pregunta, hay que anticipar que no estamos ante un título estrictamente provocativo. Es decir, la mitad de las noticias que dan cuenta de investigaciones científicas son, en efecto, falsas. Y lo son por dos razones bien sencillas. La primera es de por sí bastante categórica: la mayoría de los resultados de los estudios publicados en las revistas científicas resultan ser falsos (tranquilos, la referencia viene más adelante). Pero, además, hay una segunda razón, un tanto más enrevesada y paradójica, pero también rotunda: si las investigaciones cuyos resultados tienen más probabilidades de ser falsos son las más novedosas (es decir, aquellas que abordan una pregunta científica apenas estudiada) y los medios de comunicación tienen una inclinación natural por la novedad, resulta que las noticias de biomedicina que publican los medios suelen ser las que tienen más probabilidades de ser falsas. Así las cosas, en su doble afán de mostrar la verdad y la novedad, el periodismo científico acaba ofreciendo falsedades a menudo.

Esto es así, como decía, por la propia materia prima de esta información. La publicación, en 2005, del artículo Why Most Published Research Findings Are False abrió los ojos de mucha gente, dentro y fuera de la comunidad científica, pues demostraba matemáticamente la inconsistencia y baja calidad de buena parte de la investigación biomédica y científica en general (la biomedicina representa casi la mitad de toda la investigación). Como mostraba su autor, el “metacientífico” John Ioannidis, la probabilidad de que los resultados de un estudio sean falsos se relaciona directamente con una larga lista de sesgos y otras deficiencias metodológicas. Esta mala ciencia, como la han llamado algunos, ha proliferado como la mala hierba, hasta el punto de que no podemos confiar en los resultados y las interpretaciones de la mayoría de los estudios publicados. En esta última década han salido a la luz otros problemas colaterales, como la crisis de reproducibilidad de la ciencia o la irrelevancia de muchas investigaciones. Pero no vamos a seguir aquí hurgando en la herida de la mala ciencia, que este es probablemente el gran reportaje científico que todavía no se ha escrito.

Retomemos la segunda razón. Uno de los factores relacionados con la falsedad de los resultados es la escasez de estudios que abordan una pregunta de investigación. Los primeros estudios pueden dar en la diana de la verdad, pero esto no es lo más probable, y en todo caso no lo sabremos hasta que se hagan nuevas investigaciones sobre el mismo problema. Uno de los mitos más difundidos sobre la ciencia es el suponer que una simple investigación nos dice prácticamente todo sobre un problema o un fenómeno, pero en realidad esto es muy infrecuente. Por lo general, hacen falta muchos estudios, realizados por distintos equipos, para esclarecer una pregunta de investigación. De ahí que, como mostraba Ioannidis, los estudios más novedosos tengan más probabilidades de ser falsos.

El corolario periodístico de todo esto es que las noticias sobre novedades científicas sin suficiente contextualización están bajo sospecha. Un estudio aislado no es más que una frase suelta en medio de una conversación, y lo que le interesa al público no es la última frase, sino el hilo y el rumbo de la conversación. Contra lo que algunos creen, la ciencia avanza con vacilaciones y controversias, desmintiéndose y afinándose continuamente a si misma. Y, sobre todo, a un ritmo mucho más lento que el apresurado tempo periodístico. Decía Miguel Ángel Bastenier que los periodistas se dividen en rápidos y en los que no son periodistas (Cómo se escribe un periódico, pág. 254). Pero tenemos que repensar si vale la pena apresurarse para contar una novedad científica. Sobre todo si es para dar una noticia que puede ser falsa.


Fuente: Asociación Española de Comunicación Científica


TESIS DOCTORAL: Impacto de la revistas médicas en la prensa generalista internacional: análisis de citas y comunicados de prensa. ©Gonzalo Casino Rubio, 2014
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