23 de abril: Día del Libro y Sant Jordi.

Fuente: historiadospuntocero

El día del libro y las rosas.

La Leyenda de Sant Jordi.

Por Laia San José Beltrán.

Sant Jordi, el Dragón, la Rosa y el Libro. Ilustración de Joveguille (jordioslo.com).

Sant Jordi, el Dragón, la Rosa y el Libro. Ilustración de Joveguille (jordioslo.com).

Hoy, 23 de Abril, día del libro, se celebra en Cataluña y otras comunidades Autónomas, así como en otros muchos países, la festividad de San Jorge o Sant Jordi. ¿Cómo se han llegado a entrelazar estos elementos en un solo día?

Lo primero que debe reclamar nuestra atención es el propio personaje de Sant Jordi o San Jorge, quien ha llegado hasta nuestros días a través de una leyenda fraguada en el siglo IV en el Imperio Romano de Oriente que se extendió durante la Edad Media por toda Europa y, finalmente, penetró en España arraigando fuertemente en lo que se conoció como la Corona de Aragón, compuesta por lo que hoy serían las comunidades autónomas de Aragón, Catalunya, Valencia y Baleares.

Así pues, para empezar, es conveniente mencionar la historia “real” (entrecomillado puesto que no debemos dejar de ser conscientes de las alteraciones que se han producido y que cualquier leyenda no es verídica al cien por cien) de este caballero que nació en el seno de una familia cristiana en Capadocia (Turquía) y que a la muerte de su padre, un guerrero, se trasladó con su madre a Lydda (actual Israel) donde llegó a ser guardia personal en Nicomedia del emperador Dicocleciano (284-305), el mismo que en el año 303 ordenó mediante un edicto la persecución del cristianismo en el Imperio Romano. Nuestro protagonista, contrario a ser partícipe de esta persecución, se ratificó cristiano y murió el 23 de Abril del 303 en Nicomedia, tras ser torturado y decapitado por órdenes del emperador anteriormente mencionado.

Pese a la veracidad un tanto dudosa de la historia, lo cierto es que la veneración de este personaje fue, cuando menos, una carrera meteórica; pues se conservan relatos de la existencia de una iglesia en su honor en Diospolis (Lydda) durante el reinado del emperador Constantino I (306-337), es decir, inmediatamente después de su muerte. Por otra parte, si su veneración se produjo inicialmente en el siglo IV en Palestina, pronto se extendió al resto del Imperio de Oriente y ya en el siglo V hasta la parte más Occidental de éste, para, finalmente, ser canonizado en el año 494 por el papa Gelasio I.

No obstante, ¿cómo de esta simple historia de un mártir llegamos a las fantásticas historias de caballeros, dragones y princesas que encontramos posteriormente y que permanecen hasta nuestros días?

En el Reino Franco podemos encontrar documentada ya su idolatría el siglo VI y ciertos datos historiográficos situarían los inicios de las historias fantásticas durante el siglo IX, siendo el origen de todos los cuentos de hadas medievales que seguirían una misma línea de acción; dragones malvados que asedian poblados, sacrificios humanos para mantenerlos alejados, terrible suerte para la hija del rey que debe ser entregada al dragón y maravillosa aparición de un príncipe a caballo que la salva y acaba con la vida de este animal fabuloso y con el terror del pueblo, para casarse después con dicha princesa, como compensación por su hazaña por parte del rey.

Hacia el siglo XII Santiago de la Vorágine, Arzobispo de Génova, redactó la Leyenda Sanctorum; que consistía en una colección de fábulas realizadas por distintos santos entre las que figuraba Sant Jordi y que, pese a su escaso valor histórico, su gran valor literario ayudó a la difusión de la Leyenda de San Jorge/Jordi por toda Europa, propulsado además por un factor importantísimo durante toda la Edad Media; Las Cruzadas. Gracias a éstas las leyendas se fue extendiendo por toda Europa, puesto que Sant Jordi fue designado el protector de los cruzados en la conquista de Jerusalén (1099) o dado que éste mismo era patrón de algunas órdenes militares como los Teutones o los Templarios.

Pero, ¿cómo entró en España? Y, más concretamente, ¿cómo se afincó esta leyenda en Cataluña hasta desembocar en la tradición de regalar una Rosa y un Libro tal día como hoy? Pues bien, es en este punto de la Edad Media cuando la leyenda de Sant Jordi entraría en la Península Ibérica, convirtiéndose en el patrón de la Corona de Aragón. Se encuentran documentos datados que revelan la existencia de un altar en honor a este santo en el Monasterio de Ripoll (construido por Guifrè el Pilòs el año 888) encargado por el Abad Oliva ya en el año 1032. De igual modo, según el “Costumari Català” de Joan Amades el hecho de que Sant Jordi sea patrón de los caballeros y de Catalunya se debe a que en el año 1094 el rey Pedro I de Aragón ganó una batalla contra los sarracenos tras invocar a este santo para que le ayudara.

Así pues, podemos constatar que la festividad de Sant Jordi es celebrada en Cataluña ya desde el siglo XV y su patronazgo ya se menciona a principios del siglo XIX, tal vez inducido por la Renaixensa (movimiento que hizo emerger el catalanismo cultural en el siglo XIX).

Sin embargo, la tradición catalana ha adaptado la leyenda original a sus tierras conservando como único punto referencial la figura del caballero. Los hechos tendrían lugar en Montblanc (Tarragona) donde un malvado dragón de aspecto horrible y aliento pestilente asolaba la ciudad desde las afueras de ésta. Tal era el poder de su aliento que tanto ganado como hombres perecían a su paso. Para evitar este desastre se decidió que cada día se ofrecería en sacrificio al dragón a una persona del pueblo mediante sorteo, con tan mala fortuna que un día la suerte quiso que la elegida fuese la hija del rey. Ante el hecho, éste decidió que las normas eran claras y mandó a su hija a encontrarse con el dragón, pero cuando ésta había traspasado ya las murallas de la ciudad se vio sorprendida por un joven soldado romano a lomos de un caballo blanco que se dirigió a la cueva con ella y allí, con un golpe de lanza, hirió al dragón, al que apresó y mandó a la ciudad para que sus habitantes acabaran con él. La leyenda cuenta que el rey ofreció a este caballero la mano de su hermosa hija, pero que éste la rechazó alegando que todo había sido una visión divina. Y tal y como apareció se esfumó.

La historia cuenta que allí donde cayó la sangre del dragón, nació un rosal.

Tras este relato breve de la leyenda cabe decir que la Generalitat de Catalunya el 17 de abril de 1456 declaró el 23 de abril festivo y que en 1667 el papa Clemente IX aprobó esta propuesta oficialmente, pese a que hoy vuelve a ser día laborable.

Pues bien; en Cataluña, y por eso viene toda la idea de todo esto, es tradición que el día de Sant Jordi el chico le regale una rosa (la sangre del dragón) a la chica. Cuándo nace esta tradición es un asunto poco claro, pero se apuesta mayoritariamente que data del siglo XV como más tardar, pues a principios de esta centuria ya está recogido que a todas aquellas mujeres que asistieran ese día a la iglesia del Palacio de la Generalitat se les regalaría una rosa. Posteriormente serían los hombres quienes regalaran una rosa a su prometida, mujer o a aquella dama que pretendieran, tal vez ligado a la “Feria de los enamorados” que se celebraba ya en el siglo XV en Barcelona y cabe decir que en Cataluña el día de los enamorados, por delante del comercial y archiconocido San Valentín, es el día de Sant Jordi. La rosa es el símbolo de la pasión, la belleza, la fragilidad y se regala acompañada de una espiga de trigo, símbolo de la fertilidad.

¿Y qué tiene que ver en todo esto el libro? El regalo del libro es algo muy posterior a estas tradiciones con orígenes en la Edad Media y tal vez sus raíces se remonten a principios del siglo XX puesto que el 7 de Octubre de 1926 y, para celebrar el aniversario del nacimiento de Cervantes, se instauró el día del libro, acontecimiento aceptado como oficial por el gobierno de Primo de Rivera y que en 1930 se trasladó al 23 de Abril, coincidiendo con la fecha de muerte de Cervantes, William Shakespeare o Josep Pla. En 1995 la UNESCO instituyó en este día el Día Mundial del libro y de los Derechos de Autor.

BIBLIOGRAFÍA.

  • CASAS CONIACH, Sònia. «Qui era Sant Jordi?». Sàpiens, Barcelona, 2007, núm, 55
  • COSTA, Roger. «Al segle XVII, per la diada ja es regalaven roses». Sàpiens, Barcelona, 2007, núm, 55.
  • MILLÀ i REIG, Lluís. Sant Jordi patró de Catalunya. Milà, Barcelona, 1982.
  • VALLDAURA, Agna. Tradicions religioses de Catalunya. Estampa de J. Roca y Bros, Barcelona, 1877.
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