El Campo comenzó como un truco de confianza. Convencí a mis editores para que financiaran lo que era esencialmente un viaje sin brújula para ver si existían los «campos de energía humanos». Empecé, como hacen los periodistas, rebuscando. Asistí a conferencias. Leí artículos científicos. Me puse en contacto con científicos de vanguardia de todo el mundo.
La base científica en la que todos habíamos creído, sobre la que descansaban todas nuestras afirmaciones seguras sobre nosotros mismos y nuestro lugar en el mundo, se estaba desintegrando delante de mí. El libro que me había convencido de escribir iba a requerir nada menos que redefinir nuestro actual concepto de la realidad.
Libro: El Campo (Lynn McTaggart) 2001 (en PDF)
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