Patrick Quanten – julio 2023
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Traducción: seryactuar.org
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Reconocemos el sentido común en nuestra vida cotidiana como algo que tiene sentido para nosotros. El sentido común se define generalmente como un juicio sano y prudente basado en una percepción simple de la situación o de los hechos. Por tanto, es un juicio sensato, lo que significa que tiene valor. Se basa en la observación de lo que realmente es, de una situación que realmente existe o de hechos simples que todo el mundo puede observar. Por tanto, si nos atenemos simplemente a su definición, parece tener valor en la vida.
Veamos algunos ejemplos.
Si sabes que con la estadística se puede demostrar cualquier cosa, entonces eso te dice básicamente que la estadística no demuestra nada en absoluto. Si puedes utilizar un método para demostrar algo y el mismo método se puede utilizar para demostrar lo contrario, entonces, de hecho, resulta que el método es inútil para demostrar algo en un sentido o en otro. Es capaz de probar ambas cosas, lo que significa que el resultado final que se obtiene se debe a la manipulación de los hechos o de la situación. Disponiendo cuidadosamente los datos en un orden determinado, se obtiene un resultado u otro.
Pero si es así, ¿por qué me bombardean constantemente con estadísticas personas que obviamente quieren «demostrar» algo? Puedo entender que utilicen estadísticas porque parece que éstas les dan la razón, pero una vez que sé, como parece un hecho generalmente aceptado, que el concepto subyacente es falso ¿por qué sigo utilizando estadísticas? Respuesta: porque se ajusta al propósito de mi convicción. La gente que quiere que creamos que el clima de la Tierra está cambiando rápidamente hacia unas condiciones insoportables e inhabitables utiliza las estadísticas para convencerme de que tienen razón. La gente que cree que todo eso del clima es un engaño también utiliza estadísticas para probar que tienen razón. Esto me parece, como mínimo, inquietante.
No podemos obtener una visión de la realidad si seguimos utilizando gafas para observarla, sabiendo que éstas nos presentan una visión coloreada, mientras seguimos fingiendo que vemos la «verdad». Es imposible obtener conocimiento sobre la realidad de la vida si seguimos observándola de forma distorsionada, y no importa de qué forma se esté distorsionando nuestra visión. El hecho de que lo esté significa que la realidad que estamos observando, de la forma en que lo hacemos, no es real. Ha sido manipulada, moldeada por la forma en que hemos elegido mirarla, en una forma particular que se ajusta a nuestras convicciones.
Llama la atención que la ciencia, entendida como «el estudio sistemático de la estructura y el comportamiento del mundo físico y natural», no utilice estadísticas ni porcentajes ni promedios. Un científico aporta una de dos cosas. O bien describe lo que ha observado, y otra persona puede dar una descripción diferente de lo mismo, o bien te da su opinión sobre lo que ha ocurrido y por qué, y otra persona puede darte una opinión diferente. Todo lo que no se ajuste a este método y procedimiento no es ciencia y se está utilizando para fabricar un resultado específico. Las estadísticas son una forma maravillosa de conseguir precisamente eso, ya que con ellas se puede demostrar cualquier cosa.
Si crees que todos los políticos son corruptos, ¿por qué sigues eligiendo cuál quieres que sea tu representante y por qué sigues recibiendo órdenes de ellos? No sólo apoyas con tus acciones, como participar en el sistema de votación, a este sistema que consideras corrupto, sino que también obedeces las leyes y normas que te imponen a través de este sistema, aunque no hayas votado a esas personas para que te representen. Nuestras acciones, en este caso, no se corresponden con nuestras palabras. Vivimos una vida en la que existe una brecha entre lo que creemos y lo que hacemos.
Esto crea un grave problema para nuestra mente. Vivir una vida contraria a tus creencias alimenta la duda y la frustración. Esto, a la larga, abre una grieta dentro de tu sistema, un sistema que «sabe» lo que es correcto y lo que debería estar haciendo, pero donde la mente entonces pisa el freno y te impide actuar de la forma en que tu sistema necesita que actúes. Te obligas a cumplir con una autoridad externa, que tu propia mente considera corrupta.
Si sabes que el gobierno, y sus miembros, no están ahí para ayudarte a mejorar tu vida individual, sino que sólo están ahí para ayudarse a sí mismos y, sin embargo, sigues sus reglas, tu mente sabe que esto no va a terminar bien. Renuncias a tu soberanía y entregas el poder de tu vida personal a una autoridad que consideras corrupta, inadecuada y un peligro para tu desarrollo personal.
Y si crees que no puedes hacer nada, piensa en lo poco poderoso que suena eso. Si no puedes hacer nada para darle a tu mente lo que necesita para equilibrar tu vida y permitir que se desarrolle, entonces crees que tu poder no existe.
No reconoces que tus acciones están contribuyendo a tu propio desempoderamiento. No apoyar el sistema existente, no contribuir al sistema existente es lo que tú, como individuo, necesitas para retomar tu poder.
Si sabes que todas las pruebas médicas tienen resultados falsos positivos y falsos negativos, entonces sabrás que estas pruebas son inútiles para establecer un diagnóstico específico. Un resultado falso positivo, tal y como lo determina la propia profesión médica, es un resultado positivo de una prueba que «demuestra» que padeces una determinada enfermedad, cuando ellos ya han decidido que es imposible que padezcas esa enfermedad. El resultado de la prueba se considera «falso» porque no coincide con sus creencias. Un resultado falso negativo es un resultado negativo que «demuestra» que no padeces esa enfermedad, cuando ellos ya han decidido que definitivamente la padeces. Seamos sensatos, ¿no significa esto que la prueba no demuestra nada? ¿No significa que la prueba no sirve para diagnosticar la enfermedad?
En tal caso, ¿por qué seguimos haciendo pruebas? Bueno, ellos siguen utilizando las pruebas porque les otorga el poder de decisión. Ellos deciden si estás enfermo o no y en qué categoría, a qué casilla perteneces. Según la profesión médica, estás enfermo porque ellos lo dicen, basándose en el resultado de una prueba que no concuerda con los síntomas o ignorando ese mismo resultado porque no concuerda con los síntomas que ellos creen que son indicativos de la enfermedad específica. Una vez que recibes una etiqueta de ellos perteneces a un grupo que será manejado de una determinada manera. Sigues permitiendo estas pruebas porque crees que sus conocimientos y su poder en materia de salud son mucho mayores que los tuyos. Quieres creer que pueden ayudarte y te complace cederles el poder sobre tu vida para que puedas ser simplemente la víctima de tu situación. Aceptas su decisión, se contradigan o no la prueba y su decisión. ¿Qué sentido tiene eso? Todo tiene sentido mientras creas que su poder prevalece sobre el tuyo. Así que su «sentido» prevalece sobre el tuyo.
El sentido común ha sido excluido del juego por las opiniones de los expertos, presentadas como la única verdad. Lo que se nos presenta ya no tiene sentido, de manera «común», y sin embargo se nos insta, se nos obliga, a creerlo. Se está devaluando el sentido común y se está sobrevalorando la opinión de una autoridad autoproclamada, y este cambio está siendo orquestado por esa misma autoridad. Entonces, ¿qué se puede hacer ante esta gran discrepancia de criterio entre el Ser y la autoridad?
Muy a menudo, la gente busca emprender acciones agresivas para expresar su descontento con el sistema y oponerse a él. Si, en alguna ocasión, se les permite influir en el sistema, buscarán un compromiso que «mejore» las cosas, los detalles de la vida por los que luchan. Estos activistas se alegran cuando el sistema introduce algunos de los cambios que ellos defienden. No se dan cuenta de que sigue siendo el sistema el que introduce los cambios, cambios que el sistema puede permitir que se produzcan. No se dan cuenta de que el mismo sistema sigue dirigiendo sus vidas. No ven que esencialmente nada ha cambiado, aunque se les haya concedido su deseo. El sistema sigue utilizando los mismos métodos absurdos para aplicar sus normas a la misma población. Hacer pequeños cambios en el sistema no cambia la esencia del sistema, y desde luego no le quita poder. Es exactamente lo contrario. El sistema gana poder después de aceptar los cambios que algunas personas desean. A partir de ahora, estas personas se ven obligadas a apoyar el sistema, ya que parece que el sistema les cuida, parece que les escucha, parece dispuesto a cambiar.
Si crees
→ que el gobierno es corrupto,
→ que el sistema bancario te está empobreciendo,
→ que el sistema de seguridad social no está cubriendo tus necesidades sanitarias,
→ que la policía nacional y el ejército no velan por tu seguridad,
→ que el poder judicial no imparte justicia,
→ que los medios de comunicación no están investigando la verdad detrás de los hechos,
→ que la educación escolar no permite pensar libremente y cuestionar los puntos de vista establecidos,
→ que el pensamiento individual y la expresión de una opinión individual no están permitidos,
→ que la libertad de vivir vidas individuales está siendo erosionada por la autoridad,
→ que la industria, en lugar del individuo, determina qué vidas llevamos.
entonces, ¿por qué sigues contribuyendo a todo esto? No importa si te opones a partes de esto, escribes sobre ello, das discursos, organizas reuniones de protesta. Lo que de verdad importa es si contribuyes o no al sistema, aunque lo hagas a regañadientes. Tu contribución ayuda a mantener el orden de poder existente. Sin embargo, decidir retirar tu contribución sí altera el equilibrio de las cosas.
Entiendo que estamos tan profundamente integrados en el sistema que es muy difícil, casi imposible, abandonarlo. El sistema se ha desplegado sistemáticamente durante un largo periodo de tiempo, así que no hemos visto el panorama general y no hemos sido conscientes de la contribución de cada pequeño paso en el camino hacia el panorama general. En realidad, no hemos visto el alcance que tendría todo ello ni cómo encajarían todas estas piezas separadas. Sin embargo, ahora vivimos en una época en la que la autoridad se dispone a unirlo todo, a tapar todos los agujeros que quedan. Los diversos grupos de personas, que por cualquier medio se convirtieron en un grupo y quedaron completamente atrapados por el sistema, ahora están siendo juntados, unidos y agrupados en una gran masa donde el control total sobre sus vidas será un hecho. Si te fijas, puedes ver como se juntan de todos los ámbitos de la vida, y todos están siendo puestos en condiciones similares con un sentimiento subyacente de miedo extremo y desesperanza. Lo que les une a todos es la dependencia del sistema para su supervivencia. Es ahora cuando el panorama general empieza a mostrarse a aquellos que se preocupan de mirar.
Así que, en cierto modo, todos hemos sido atrapados. Ya estaba hecho, si se quiere, antes de que naciéramos. Estamos en el sistema, con o sin nuestro consentimiento. Formamos parte de todo el movimiento global. Estamos atrapados, con o sin nuestro consentimiento. ¿Cómo, en nombre de Dios, podemos salir?
No se puede salir así como así. No puedes escabullirte del sistema. En algún lugar, de hecho en muchos lugares, estás registrado, estás etiquetado, has sido marcado como ganado. Perteneces al sistema. El sistema te posee. Sin embargo, siendo consciente de tu posición personal y de tu poder personal, hay cosas que puedes hacer para ayudarte a ti mismo. Cuando puedas, limita tu contribución. Cada persona se encuentra en una situación ligeramente diferente, por lo que no se pueden seguir reglas generales. Sin embargo, ser consciente de que tus movimientos, físicos y mentales, están siendo rastreados puede ayudarte a elegir específicamente dónde no quieres estar, dónde no quieres que «te vean», ya sea facebook o una cuenta bancaria. Cada decisión que tomes para limitar tu contribución personal al sistema de poder potenciará tu yo interior, te hará muy consciente de que puedes hacer algo para ayudarte a ti mismo. Poco a poco crecerá tu confianza. Esto es contrario a la desesperanza del resto del ganado. La conciencia y las acciones pequeñas pero bien dirigidas son la clave.
Puede parecer que nada cambia y, en cierto modo, así es. Casi nada, nada significativo, sucede. Sin embargo, los cambios que buscas no están en el mundo exterior, que está bajo el control absoluto de una autoridad, sino en el interior. Tu sentido de la libertad personal es tu salvavidas. Y cuando tu sistema tenga la conciencia y la experiencia de que es posible hacer algo, llegará el día en que sepas que ha llegado el momento de tomar «la» gran decisión. Simplemente sabrás que si, en ese momento, permites que esa situación específica se infiltre en tu vida, quedarás atrapado para siempre, y tus hijos también. Tus alarmas personales sonarán y sabrás que ha llegado el momento de dar el gran paso, de salir del sistema y de encontrar tu propio camino.
A partir de ese momento, tu principio rector será el «sentido común». Lo que te parezca un juicio sensato, basado en una simple percepción de la situación, será más que suficiente para construir tu vida. Se acabaron las directrices externas que te guían hacia donde quieren que vayas, no hacia donde necesitas estar. El poder de la vida en tus propias manos, no porque creas que lo sabes todo, sino porque sabes que necesitas descubrirlo por ti mismo. El conocimiento adquirido por experiencia personal frente al conocimiento copiado de otros lugares.
El nuevo mundo empieza aquí. Cuando el viejo mundo está listo para cerrar todas las puertas, los pocos que quedan fuera están sembrando el nuevo mundo. A partir de ese momento, uno estará dentro o fuera. Los mensajes claros a la mente acabarán con la duda y la confusión. Con una decisión clara tomada sobre la realidad de su vida, la mente podrá buscar respuestas definitivas a los problemas. Tendrá un conocimiento sólido y verdadero de la realidad a partir del cual necesita encontrar -y encontrará- el camino a seguir. Será como un niño en una tienda de golosinas. Extremadamente feliz y tan emocionado que no sabrá por dónde empezar. Todo vuelve a ser posible. Y todo se hará.
Las mentes felices encuentran soluciones.
El sentido común es la guía en su viaje.
Patrick Quanten es médico general desde 1983. La combinación de su visión médica y sus amplios estudios de Terapias Complementarias le han abierto nuevas perspectivas en el cuidado de la salud, que fructificaron al mezclarse con los principios yóguicos y ayurvédicos. Patrick renunció a su licencia médica en noviembre de 2001.
Patrick también está cualificado en medicina ayurvédica, homeopatía, reiki, ozonoterapia y masaje tailandés. Es experto en la técnica de las velas en los oídos y también es un gran conocedor de otras ciencias exactas. El trabajo de su vida consiste en encontrar similitudes entre el Conocimiento Antiguo y la ciencia occidental moderna.
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